FRIGIDEZ
La
frigidez es el término médico que se utiliza para indicar la ausencia de placer
en la mujer durante las relaciones sexuales. No debe confundirse con el término
anorgasmia, que representa la ausencia de orgasmo, pero no de placer
sexual..
La mujer que sufre frigidez es aquella que, desde la niñez, decide evitar el placer, sea del tipo que sea. En general, es una persona de carácter rígido que busca evitar todo sentimiento. Tiene un miedo inconsciente a ser cálida. Por otro lado, esta persona tiene gran necesidad de vivir una vida sexual normal, quizás todavía más que la mayoría de las mujeres. El gran control que ejerce sobre sí misma en el aspecto sexual la llevará a perder el control en otro ámbito.
Si padeces frigidez, es probable que creas que el placer es
sinónimo de pecado, de mal y de incorrecto. Estas creencias deben ser muy
fuertes para que hayas logrado controlarte de este modo.
Sin embargo, es
importante que te des cuenta de que cada ser humano tiene sus límites y que,
cuando alcances los tuyos, perderás el control. Si no es en el sexo, ocurrirá
en otra cosa: el alcohol, la comida, las lágrimas, las crisis incontroladas, el
cuerpo que tiembla, etc. El hecho de no experimentar placer sexual te castiga
mucho más que a tu compañero. Date permiso de ser la persona cálida que tu
corazón desea. Eres como una bomba a punto de explotar. Concédete el derecho de
sentir placer, será un renacimiento para ti, una nueva vida.
La frigidez consiste en una insatisfacción
sexual en la mujer durante las relaciones sexuales. Generalmente, hay un
traumatismo profundo o un conflicto interior. El miedo está en el centro de
este estado: miedo de mis impulsos sexuales y del placer que podrían hacerme
parecer “indecente”, miedo de abandonarme y de perder el control. Tengo miedo
de “perder algo” “sometiéndome a la sexualidad.
En realidad, se trata del miedo
a afrontar lo que escondo en el interior mío. Cuando está presente este miedo,
frecuentemente creo que soy fea y sin valor. Tengo vergüenza y me culpabilizo
profundamente. Esto frecuentemente resulta de un abuso sexual vivido en la
infancia, o del acondicionamiento de los padres diciendo que “el sexo es malo”
o de la creencia que “amor y sexo no van juntos”.
Estas percepciones estando
escondidas en el inconsciente, deseo retirarme de toda participación, rechazar
la sexualidad sin saber por qué de un modo consciente. La educación que recibí
tiene un gran impacto sobre mi frigidez. ¿Estaba considerada la
sexualidad envilecedora y representativa de los instintos más bajos del ser
humano? ¿Oí hablar de resignación y sumisión frente a las relaciones sexuales,
con el sobreentendido de que no había ningún placer? ¿Abusaron de mí
sexualmente en mi infancia? Si es así, rechazo inconscientemente mi sexualidad
y siento dificultad en dejarme tocar sin sentir miedo y asco.
Tomo consciencia
de que no hay nada indecente en la sexualidad. Al contrario, cuando está
expresada entre parejas consintientes que viven una relación de aceptación y de
profundo amor, es bella y sana.
Acepto abrirme a mi pareja, expresarle mis
miedos, mis temores. Acepto decirle mis necesidades. Comprendo que la
sexualidad forma parte de mi dimensión física y que es una fuente de desarrollo
para mi evolución.
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