lunes, 4 de junio de 2012

DE NACIMIENTOS Y HERENCIAS




El bebé representa nuestra continuidad de vida. Pero cuidado! Este niño no es sólo una prolongación de la vida de los papás, como un rompecabezas con esto de mamá, aquello de papá y otras tantas cosas de otros familiares. 
Como dice Osterrieth.”El niño se parece a los que le han precedido; pero sabemos también, que será ‘él mismo’ es decir, diferente”. 
Es un ser único y maravilloso.  Y como tal merece de toda nuestra atención y respeto. 
Puede que el niño nazca en una familia sin conflictos, donde los integrantes se comuniquen bien entre sí. Puede que existan odios o desentendidos entre algunos de sus integrantes.
¿Qué pasa entonces si el niño hereda rasgos que no queremos? ¿Seremos capaces de dejar de lado nuestras diferencias y aceptar al niño con sus parecidos genéticos y criarlo sin preconceptos?
Las semejanzas físicas con algún familiar podrían consciente o
inconscientemente ser una traba para el desarrollo de la identidad del niño, ya que nuestro condicionamiento operaría en contra de la tendencia del niño.
Debe entenderse por “herencia” a la trasmisión de padres a hijos de
características genéticas. Considero importante resaltar que sólo se heredan las características físicas, no existiendo entonces una herencia de conductas. 
Las conductas se van adquiriendo de acuerdo al medio, a la situación vivida y a las necesidades de cada uno. 
No obstante ello, algunas características físicas pueden influir sobre la conducta.
De todos modos también es importante destacar que hay ciertas características que pueden ser heredadas, tales como el talento en ciertas familias, el cual es pasado de generación en generación. Para ello podemos tomar como ejemplo la familia Bach, con gran número de compositores importantes durante varias generaciones. También existe una determinada influencia en ciertas familias a
“predisponer” a sus participantes a determinadas actividades o aptitudes.
Existen evidencias que hay una relación entre el nivel socio-cultural de la familia y la inteligencia de los niños que se desarrollan en ese ambiente. La dedicación que los padres les dan a sus hijos, los juegos que realizan con ellos y la motivación que los papás les brindan influyen de manera adecuada en el desarrollo de la inteligencia del niño.
Lo mismo sucede con los niños adoptivos, en los cuales se ha comprobado que
adoptan características de sus papás adoptivos y su nivel intelectual se va aproximando al de sus nuevos padres. 
 Si esos niños por ende tuvieran  hermanos o hermanas que se hayan desarrollado en otro ambiente, su nivel intelectual también será diferente.
A manera de conclusión sobre qué esperan los papás de sus hijos, y el condicionamiento que pudiera ejercer en ellos rasgos heredados de familiares, nos atreveríamos a destacar la importancia de no adjudicar y confrontar al niño con características “heredadas” de familiares, y brindarle el medio adecuado
para que pueda crecer seguro y sin títulos bajo el brazo, que le impidan ser el verdadero niño que está en su interior.
Organismo y ambiente se encuentran en una estrecha interrelación, por lo que si aceptamos ciertas disposiciones hereditarias y no le damos entrada a otras, porque no son aceptadas por los papás, sólo conducirán a un desarrollo “enmascarado” del crecimiento del niño. Tal vez, podríamos conducir al niño a comportarse sólo del modo aceptado por los condicionamientos hereditarios  aceptados de los papás y por lo tanto no le damos cabida a un verdadero
desarrollo y por ende no le permitimos que el niño pueda  identificarse con ciertas características que ha heredado de sus familiares.

Clr. María Gámez

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